Bruno Cantais (1966) - The Panther (La Panthère)

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"La Panthère" – 2025 – Acrílico sobre resina – 27 cm x 5 cm x 15 cm – Barnizada – Firmada bajo el vientre

La escultura no es una creación del artista, pero ha sido realzada por su intervención, confiriéndole una nueva dimensión.

Repta, lánguida y segura de sí misma, esta pantera insolente, inmovilizada en un movimiento tan felino que uno podría creer que va a saltar en cualquier momento, a clavar sus garras bruñidas en la luz del día, o en una caricia apenas insinuada. Está ahí, inmóvil en porcelana o resina, pero su cuerpo parece tibio, tembloroso, listo para ronronear si se deslizan los dedos entre sus hombros tensos. Una bestia sensual, un felino maleducado, un gato divino caído en un baño de pintura descarada.

Bruno Cantais, una vez más, dejó que el deseo se desbordara del pincel, salpicara a la bestia y ofreciera al mundo algo mucho más que un felino.

Sí, una amante, o quizá un amante. Porque es difícil asignarle un género a esta pantera. Es fluida, es todo. Ondula el hombro, posa una pata como quien roza una cadera en la oscuridad, avanza como quien se insinúa entre dos sábanas. Su mirada de turquesa incandescente atraviesa el espacio, se atreve a desafiar, a cuestionar, a seducir. Te observa a ti, curioso que vienes a contemplarla. Pero cuidado: aquí no es ella la obra, eres tú a quien elige como presa.

Su piel negra, brillante, barnizada, es una noche cálida, una tarde de tormenta, un deseo que sube sin aviso. Y sobre ese negro se extienden trazos de verde, rosa y azul, como destellos de placer, como si la pantera se hubiera revolcado en una paleta tras un encuentro loco, o como si un pintor amante la hubiera amado tan fuerte que perdió sus colores. Nada es nítido. Todo es fluido, resbaladizo, sugestivo. Los colores se deslizan, se rozan, se funden en la materia como dos cuerpos empapados de deseo que aún se buscan al amanecer.

Y avanza, la pícara, la majestuosa. Con la insolencia de una reina que conoce el sabor de su poder. No maúlla, murmura. No llama, exige. Cada paso, cada curva, cada sombra en su columna vertebral es un suspiro, un aliento cálido contra la nuca. Tiene la calma de las bestias que saben que seducen sin hacer nada. Y tú, espectador, te quedas ahí, inmóvil, dividido entre el impulso de huir y el deseo de acariciarla, de seguirla, de perderte bajo ella.

Bruno Cantais, artista pintor profesional establecido en Lyon, cotizante en la Maison des Artistes.

Nacido en 1966 en Le Havre.

Bruno Cantais explora diversas técnicas, desde un expresionismo abstracto al estilo de Rauschenberg, pasando por proyecciones de materia, collage pop art o expresionismo.

Explora la superficie del lienzo, cavando surcos que parecen abrir caminos o, a veces, perderse entre las brumas del color.

Su inspiración se nutre del orden y el desorden, de lo sentido y lo percibido, de la sombra y la luz, del vacío y lo pleno.

La escultura no fue realizada por el artista, sino únicamente pintada.

Estimación según precios en galería 400 - € 600

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